Daniel Gascón

Categoría: Escenas neozelandesas

CARTA DESDE NUEVA ZELANDA

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Un verano en las Antípodas (de España), en el número de febrero de la edición mexicana de Letras Libres.

TODO ES TORO

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Johnnie nos invita a su casa para preparar un hangi, una comida maorí. Se construye un horno de tierra. Hay que hacer un agujero en la tierra, calentar unas piedras y meterlas dentro. Luego hay que introducir varias cestas, con pollo, cordero, maíz, kumara, verduras. Luego se tapa el agujero; esperas varias horas.

Un amigo maorí de Johnnie ha venido a ayudarnos. Ha traído también a su hijo, que tendrá dos o tres años. El amigo de Johnnie prepara unas vieiras con patatas fritas. Mientras esperamos que se haga la comida, me dice que el hangi es más común en el norte del país. Luego me dice:

-Siempre he querido ir a España.

Yo le digo que me alegro, que tiene que ir. Y él dice: Sí. Luego se queda callado un momento.

-¿Te gustan los toros?

No sé qué contestar. A casi todos los extranjeros con los que he hablado las corridas de toros les parecen una barbaridad. En el New Zealand Herald siempre hay noticias de mascotas, y he visto muchas expresiones de horror al maltrato a los animales. Aunque no me gustan las corridas de toros, no me resulta imposible imaginar una discusión en la que terminase defendiéndolas. Pero el amigo de Johnnie está sonriendo. Quizá le gustan, y sería de mala educación mostrarme demasiado contundente.

Al final decido decir la verdad.

-No mucho.

-Me encantaría ir a una corrida de toros. Hace tiempo leí un libro sobre un torero. No me acuerdo bien del nombre del torero. Manuel o algo.

-Es un nombre bastante común.

-Manuel… Manuel Benito.

El Cordobés.

-Sí -me dice el amigo de Johnnie-. Desde que leí su libro siempre he querido ir a España, para ver una corrida de toros.

[Imagen.]

EJERCICIOS DE SUPERVIVENCIA

imageA los neozelandeses les gustan los deportes de aventura. Uno de los kiwis más famosos es Edmund Hillary, y Nueva Zelanda es el país donde nacieron el puenting y el zorbing, así como otros deportes jackass (en el eje opuesto de la escala está Ernest Rutherford, que también nació en Nueva Zelanda).

Antes de salir hacia Queenstown, la capital del deporte de riesgo en Nueva Zelanda, en una zona de montaña, Pippi dice que quiere bajar unos rápidos. Yo prefiero pasar las tardes bebiendo cerveza y leyendo, como corresponde a mi edad y condición.

La hermana de Pippi dice que a ella lo de los rápidos no le gusta mucho y yo me alegro de tener una aliada. Luego la hermana añade:

-A mí lo que de verdad me apetece hacer en Queenstown es saltar en paracaídas.

[Foto: Pippi Tetley.]

ALGUNAS DIFICULTADES

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Voy a dar una vuelta por el poblado chino de Arrowtown, donde vivían mineros que llegaron a mediados del siglo XIX. Para ellos, Estados Unidos era «Las colinas de oro». Australia y Nueva Zelanda eran «Las nuevas colinas de oro».

Me acuerdo de la docena de asiáticos que vinieron a comer a casa el día de navidad. Hacen una working holiday. Trabajan en un invernadero, como Rejoice, que fue quien les invitó a comer. Como la gente de la familia, prepararon también algo de comer: dumplings, platos típicos de Taiwán, Malasia o China, sus lugares de origen. Estuve un rato charlando con Roger, uno de los pocos que hablaban inglés, que me dijo que es profesor de biología en Pekín.

Íbamos caminando por el jardín y al ver los árboles me preguntaba si esa especie existía donde yo vivía.

Luego la abuela de Pippi me preguntó:

-¿Crees que estos chicos sabrán dónde está el baño? En otro país, siempre es difícil saber dónde está el baño.

La abuela me habló de un viaje que hizo por Europa con su marido. Él ya había estado allí, porque combatió en Egipto y en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Regresó con su mujer muchos años más tarde; alquilaron una caravana y viajaron por Inglaterra, Francia, Italia y Alemania.

-Eso es lo que más recuerdo de ese viaje. Lo bonita que era Francia y lo difícil que era encontrar el baño.

ESPAÑA NOS ROBA

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A la hora de cenar, la tía australiana de Pippi dice, en la segunda botella de vino:

-Sí, qué alivio al conocerte. Yo pensaba que serías uno de esos tipos morenos con el pelo grasiento y que me estarías pellizcando el culo a los tres minutos de conocerme…

-Te confundes de estereotipo -dice el padre de Pippi-. Eso parece más italiano.

-… O quitándome la cartera.

-Ah, eso sí que es típicamente español -le digo.

Al padre de Pippi le robaron la cartera en Barcelona. Pero Pippi, quizá porque se quiere integrar, señala que los carteristas eran rumanos.

NEOZELANDESES EN LA GUERRA CIVIL

Rescate: neozelandeses en la Guerra Civil.

POUNAMU

imageEl día de navidad me regalan un colgante de pounamu, un amuleto maorí. Creo que es el segundo que tengo. Es bonito. Pippi dice que le doy envidia. Cuando le doy las gracias a Johnnie, que me lo ha regalado y vive con una chica maorí, me dice:

-¿Sabes un poco sobre el pounamu? Viene de la isla del sur. Se dice que algunos tienen poderes, si han pertenecido a otra persona o algo. Yo no lo creo mucho pero, bueno, por si acaso, sería bueno bendecirlo. Yo creo que lo mejor es que, cuando vayas a España, si conoces a algún cura o algún hombre de iglesia, le pidas que te lo bendiga.

Los dos nos quedamos un rato en silencio, mirando el suelo.

EL PROGRESO Y LAS BOLSAS DE TÉ

Roy es ciudadano australiano y vive en Bundaberg, pero ha venido a Pukekohe, Nueva Zelanda, a pasar unos días. Tiene más de ochenta años. De vez en cuando hace rutas en bicicleta con su mujer. Hace unos meses participó en un triatlon. Lleva un pañuelo en la cabeza y un aro en la oreja izquierda.  Nació en Sri Lanka, cuando todavía se llamaba Ceilán. Estudió en Perth y en Egipto.

–¿En España se bebe té? –me pregunta mientras pone el agua a hervir.

Su familia tenía plantaciones de té que fueron expropiadas cuando Sri Lanka se declaró independiente.

–¡Antes muerto que usar bombas de té! Malditos americanos. Eso decía mi padre, cuando llegaron las bolsas de té. ¡Nunca pondré mi té en una bolsa!, gritaba. Mi madre le decía: Cariño, tranquilo. No puedes luchar contra el progreso. Por encima de mi cadáver, decía mi padre.