Daniel Gascón

Mes: noviembre, 2014

EL NOVELISTA Y EL ASESINO

muñoz molina

«Como la sombra que se va», la nueva novela de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956), es varios libros a la vez. Es una aproximación a la vida de James Earl Ray (1928-1998), el asesino de Martin Luther King. Lector voraz, racista y delincuente habitual, exsoldado, aficionado a las prostitutas y a las teorías de la conspiración, Ray quiso ser director de cine porno y colono en Rodesia (actual Zimbabue), se fugó de la cárcel y cambió de nombre y de cara (rinoplastia). Tras asesinar a King en 1968, huyó a Lisboa con un pasaporte falso. Antes de viajar a Londres, donde fue detenido, pasó diez días en la capital portuguesa. Esa ciudad es uno de los vínculos con la otra historia de la novela.

En 1987, Muñoz Molina se marchó a esa ciudad. Buscaba inspiración para el libro que estaba escribiendo –»El invierno en Lisboa»–, pero no solo eso. El asesino escapaba tras cometer su crimen; el escritor huía de la realidad inmediata. Ahora, el novelista intenta imaginar qué ocurría en la cabeza del criminal y revisa su propio pasado: «Los únicos mundos en los que me encontraba de verdad a mis anchas eran los de la literatura y el cine, donde cualquier cosa puede suceder y al mismo tiempo no haber sucedido, donde las normas tediosas de la vida real no rigen, los disparos no matan a nadie, las desgracias desatan las lágrimas pero no provocan verdadero dolor, las historias empiezan tan lentamente como terminan». Añade: «Era un padre de familia y un adolescente retardado […] Tenía esa convicción enfermiza, tan propia de los aspirantes a literatos en provincias, de que la vida verdadera estaba en alguna otra parte, de que la imaginación es más rica y poderosa que la realidad y el deseo más valioso que su cumplimiento». Retrata un malditismo infantil que postulaba que «Estar sano era de derechas».

Para reconstruir la vida de Ray el autor ha consultado registros, biografías y ensayos. Pero el viaje al interior del asesino exige imaginación. Muñoz Molina emplea una prosa que funciona por acumulación y una amplia gama de recursos: analepsis y prolepsis, cambios de focalización, alternancia de estilo directo e indirecto, y citas recicladas de las lecturas de pseudociencia y espías a las que era aficionado Ray. La peripecia alucinada y miserable del asesino sucede sobre un imaginario heredero del cine y de la narrativa norteamericana (se habla del deslumbramiento provocado por “El gran Gatsby”; muchos elementos hacen pensar en Faulkner), que tiene conexiones con el fetichismo jazzístico que “El invierno en Lisboa” convertía en literatura.

“Como la sombra que se va” contiene una reflexión sobre la escritura y defiende el paso del formalismo a la naturalidad. Habla de cómo se construye una historia, de cómo se escogen los nombres, del punto de vista de la narración, o de imaginar «con ese grado de precisión visual que le permite a uno contar las cosas que ha inventado como si lo recordara». «Escribir ficción es ver el mundo por los ojos de otro, oírlo con otros oídos. Es la temeridad de creer que puede averiguarse lo que sucede en el secreto de la conciencia de otro, sea quien sea, un asesino, un fugitivo, un hombre que se apoya en una baranda a la caída de la tarde uno o dos minutos antes de que el disparo de un rifle le rompa la mandíbula y le atraviese el cuello y le taladre la columna vertebral, un músico que toca el piano con los ojos cerrados», explica, en una definición que encierra una trama del libro

En esta novela ambiciosa, a menudo admirable y en ocasiones morosa, Muñoz Molina muestra su fascinación por Ray, pero no siempre logra contagiarla: resulta más interesante cuando habla de King que cuando recrea el mundo de su asesino. También es más interesante el autorretrato, especialmente al comienzo. Muñoz Molina es duro con su yo pasado, acaso porque se siente salvado y lejos de él. Jugando con el exhibicionismo y la ocultación, con la sinceridad y la coquetería mitómana, ofrece una descripción poderosa de la vocación literaria y del desasosiego íntimo, de la culpa por el dolor que causamos y de la felicidad que da la buena compañía.

Antonio Muñoz Molina. «Como la sombra que se va». Seix Barral, Barcelona, 2014. 536 pp.

[Esta reseña ha salido en Artes & Letras de Heraldo de Aragón.]

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CARMEN DE CASTRO (1928-2014)

Este poema de Antón Castro pertenece al libro Seducción (Olifante):

AMOR DE MADRE

 

[5 de mayo de 2013]

 

Nunca he tenido palabras suficientes para ti.

A ti te gustaron mucho desde niño y las coleccionabas

cómo se coleccionan cromos o recortes de prensa.

Me habría gustado decirte que recuerdo

cada instante de tu niñez, tus miedos,

cómo corrías tras las olas, cómo mirabas a todas

las mujeres con descaro, con el dolor

de un querer imposible y precipitado. A veces

pensaba que las deseabas a todas: para ti, en tus sueños,

en un futuro feliz que imaginabas junto al mar.

Nunca he tenido la certeza del cariño. Ni he conocido

el idioma de la ternura, la última seda de las caricias.

Te vi crecer. Enfurecerte en las tardes solitarias.

Encerrado con tus libros y con tu silencio.

Envuelto en la soledad y sus cuchillos de luto.

Recuerdo lo que te gustaba: una conversación,

un nuevo libro, una película de amor apasionado.

No conozco a tantas actrices que te hacían

perder la razón, repetir sus diálogos, decir su nombre.

Después, cuando empezabas a irte de casa,

cuántas veces te esperé asomada a la ventana.

Tu padre apenas decía: ¿viene el chaval? Ven, mujer,

descansa, ya vendrá. Mañana nos espera la tierra.

No le hacía caso. ¡Cuántas veces te esperé hundida

en el abismo de la noche, ya sin lágrimas! Esperé en vano.

Un día, cuando creíamos haberte perdido ya,

cuando una extraña forma de locura se había instalado

en tu corazón y en tu cabeza, en tu cabeza loca,

nos anunciaste que te marchabas. Que te ibas de casa,

no sé si al fin del mundo o aún más lejos.

Compostela. Madrid. Barcelona o Zaragoza.

Tu padre no se lo creía. No podía aceptar que hubiera

dejado de ser imprescindible o importante en tu vida,

como aún lo era, de otro modo, para tus dos hermanos.

Nunca tuve las palabras necesarias para ti.

Tampoco entonces. Se me empañaron los ojos

y los ánimos. Se me oscureció la alegría.

Ha pasado el tiempo. Y sigo sin saber ponerle vocablos

a mi melancolía, a mi propia sensación de pérdida.

La vida se me apaga: ya lo sabes. He tenido un ictus,

ando con dificultad, no sé si volveré a verte.

He rebasado esa edad que te aproxima al adiós.

Por eso, esta mañana he cogido el último cuaderno

intacto que me queda y te he puesto solo tres líneas:

“Hijo mío, verdaderamente siempre he sentido una gran

pasión por ti. Quiero que lo sepas, estés donde estés,

en Compostela, en Zaragoza o en el fin del mundo”.

Si no te importa, llámame si alguna vez te llegan.

TODA GRAN LITERATURA ES LITERATURA COMPROMETIDA

Una entrevista con Javier Cercas en Letras Libres.

UNA HISTORIA DE ALEMANIA ORIENTAL

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En Revolution 1989. The Fall of the Soviet Empire, Victor Sebestyen dedica unas páginas a la Stasi, que a mediados de los años ochenta contaba con un agente o un informante por cada sesenta y tres ciudadanos (la Gestapo había llegado a tener uno por cada dos mil personas) y rondaba el 5% del presupuesto de la República Democrática Alemana:

Quizá el caso más perturbador sea el de Vera Lengsfeld. Su padre había sido agente de la Stasi desde el fin de la guerra. Durante su juventud ella había sido una hija obediente y leal de la nomenklatura, pero luego se rebeló. Se hizo miembro del Partido Comunista pero fue expulsada en 1982, cuando se convirtió al cristianismo. Se unió a un grupo pacifista vinculado a la lglesia luterana, que empezó a protestar contra los misiles nucleares que había en Europa, incluyendo la presencia en la RDA de misiles soviéticos. La vigilaban constantemente, fue encarcelada durante breves periodos y la despidieron de su trabajo como profesora de la academia de ciencias sociales de Berlín. Sesenta agentes de la Stasi tenían el encargo permanente de vigilarla e informar de cada uno de sus movimientos. El más ocupado de ellos era su marido, el matemático Knud Wollenberger, padre de sus dos hijos, que tenía toda la apariencia de ser un compañero que la quería y la cuidaba. Wollenberger informaba a su agente encargado de la Stasi bajo el nombre en clave “Daniel”. Pasaba cada detalle de su vida, sus momentos íntimos y conversaciones en la cama, cada dolor de cabeza, excursión a la tienda, mal humor, vulnerabilidad emocional y llamada telefónica. Wollenberger la conoció, cortejó y se casó con ella siguiendo las órdenes de la Stasi. “La boda fue falsa desde el principio –contaba ella–. Nuestra vida doméstica, todo… era una mentira”. Era “inimaginable que un hombre se casara con una mujer solo por espiarla y “todavía más incomprensible que pudiera engendrar hijos en el proceso”.

Cuando ella lo descubrió, fue “como si muriera un momento y luego volviera a la vida… lo sorprendente era que los informes estaba escritos como si trataran de una extraña, no una esposa… Para él yo era una enemiga del Estado y él había hecho todo para luchar contra mí, el enemigo”. Dijo que había sido un ciudadano leal de la RDA y que cuando la Stasi le pidió que les ayudara, “Sentí que no podía decir que no”.

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ANATOMÍA DE UNA IMPOSTURA

javier-cercas

La literatura de Javier Cercas (Ibahernando, 1962) intenta explicar los símbolos que articulan una sociedad. Trata de la realidad y la ficción, de la verdad y la mentira, de la naturaleza del héroe y de la construcción del mito, de la influencia del pasado en el presente. Esos temas están en ‘Soldados de Salamina’, en ‘La velocidad de la luz’, en ‘Anatomía de un instante’, en ‘Las leyes de la frontera’. Y aparecen en ‘El impostor’, una «novela sin ficción» o «relato real» en torno a Enric Marco, el presidente de la Amical de Mauthausen que falseó su biografía para presentarse como superviviente de los campos de concentración. Marco dio centenares de conferencias, aleccionó a los jóvenes sobre los horrores del Holocausto y la Deportación, recibió la Creu de Sant Jordi y emocionó a diputados españoles al explicarles los sufrimientos de las víctimas de los nazis, hasta que, poco antes de su intervención en el 60 aniversario de la liberación de Mauthausen, el historiador Benito Bermejo reveló que nunca había estado interno en un campo de concentración.

Se escribió mucho sobre el caso: a veces con una sensación de indignación o de traición, a quienes le creyeron pero también a las víctimas; a menudo con un desconcierto casi admirativo. Cercas, perplejo, molesto y fascinado, y también espoleado por algunos colegas –como Vargas Llosa y, de manera más humorística, Martínez de Pisón–, intenta entender al personaje, reconstruyendo su vida y entrevistándolo. Encuentra un camino tortuoso: Marco, nacido en 1921, hijo de una interna en el manicomio y de un padre que no se preocupó demasiado por él, se ha reinventado muchas veces. Embelleció su papel en la Guerra Civil, adornó su actuación en la posguerra, dio razones falsas para su traslado a Alemania, ocultó matrimonios, cambió de nombres, inventó un pasado antifranquista. Seductor y narcisista, es, dice Cercas, «un pícaro, un charlatán desaforado, un liante único», pero también «un novelista de sí mismo». Al mentiroso, explica, se le reconoce por su énfasis en la verdad; alguien señala que Marco usa mucho la palabra «verdaderamente». Marco sabía que las mejores mentiras se construyen con algo de verdad. Estuvo preso en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, pero no en un campo ni por motivos políticos. Escogió Flössenburg, con pocos españoles, frente a otros, como Mauthausen, donde había muchos y habrían podido desenmascararlo. En algunas cosas, para Cercas, Marco no es tan excepcional: siempre estuvo con la mayoría. Sus invenciones, donde combina un leve elemento de verdad con abundantes dosis de kitsch, corren paralelas a invenciones más sutiles y generalizadas: en los primeros años de la democracia «se inventó un pasado (o lo adornó o lo maquilló) en un momento en que alrededor de él, en España, casi todo el mundo estaba adornando o maquillando su pasado». Lo que hacía Marco, según Cercas, es ir un poco más lejos que los demás. El impostor nos fascina porque tiene algo de nosotros, como sociedad y como individuos. También le encuentra un paralelismo literario: «Lo que define a don Quijote, igual que lo que define a Marco, no es que confunda la realidad con los sueños, la ficción con la realidad o la mentira con la verdad, sino que quiere hacer realidad sus sueños, convertir la mentira en verdad y la realidad en ficción».

El impostor es un libro complejo y rico, donde Cercas revisa debates filosóficos sobre la naturaleza de la mentira, y reflexiona sobre su relación con la vida y la literatura: «Un solo dato ficticio convierte un relato real en ficción y, al modo del germen causante de una epidemia, puede contaminar de ficción todos los relatos que se derivan de él». «El resultado de mezclar una verdad y una mentira es siempre una mentira, excepto en las novelas, donde es una verdad», escribe. Es también un libro sobre la gestión del pasado: Cercas critica la preferencia por la memoria frente a la historia y «la transformación de la memoria histórica en una industria de la memoria», que vincula al éxito de Marco.

‘El impostor’ también habla del proceso de escritura. Es la biografía de Marco, la crónica de la relación entre autor y personaje, de la investigación y el making of neurótico del propio libro, donde Cercas incorpora sus dudas y los consejos que recibe. La gravedad del asunto no excluye momentos de levedad, y la amplitud del tema contrasta con que sea un libro curiosamente familiar. Es una obra obsesiva, llena de trucos narrativos, referencias literarias y mantras (La realidad mata, la ficción salva; El pasado no pasa nunca, ni siquiera es pasado) que a veces sirven para iluminar el relato y en otras ocasiones cambian de significado conforme sabemos más cosas.

La pasión y cierta ingenuidad son dos características de la escritura de Cercas. Las dos están detrás de sus grandes virtudes: la potencia narrativa, la capacidad de trabajo e investigación mezclada con una impresión de espontaneidad, la habilidad para conectar la emoción y la historia, y la combinación de ambición, inocencia y descaro necesaria para decir algo que podría parecer obvio pero no siempre lo es. Todas esas cualidades están presentes en este libro apasionante que encapsula el mundo literario de Cercas y que es, junto a Anatomía de un instante, la mejor de sus obras.

Javier Cercas. ‘El impostor’. Literatura Random House, Barcelona, 2014, 428 pp.

[Este artículo salió en Artes & Letras. Imagen.]

MARE NOSTRUM

LAMPEDUSA

1.

¡Viva Italia!

2.

Bruselas acusa a España de violar las reglas europeas de fronteras.

3.

José Ignacio Torreblanca: Que se ahoguen.

4.

The Economist: Mantén las puertas abiertas.

5.

Amparo González sobre hipocresía y políticas europeas.

6.

Bagehot sobre Europa y Cameron.

7.

Bonus track: inmigración y capitalismo.

[Imagen.]